Fernando III

          Con Fernando III, se produce la unión definitiva de Castilla y León, al heredar, primero la corona de Castilla de manos de su madre Berenguela, cedida en 1217, y que se había convertido en reina tras la muerte de su hermano Enrique I, muerto sin descendencia. Posteriormente heredó, de manos de su padre Alfonso IX, en 1230, el reino de León. Fernando III era hijo de ambos, siendo Alfonso IX tío de Berenguela. Su matrimonio fue anulado posteriormente por el Papa, aunque el hijo fue reconocido como legítimo.

    El inicio de su reinado no fue fácil. Al acceder a la corona de Castilla se encontró con la oposición, como había sucedido en los reinados anteriores, de algunos nobles, sobre todo de la familia de los Lara, buscando la influencia en la corte para ejercer el control del monarca. Pero a la vez, su propio padre Alfonso IX, reclamó para sí la corona de Castilla, argumentando su matrimonio con Berenguela, entrando con sus ejércitos en territorio castellano, siendo derrotados en Burgos, renunciando Alfonso IX a su pretensión de ser rey de Castilla, desheredando del reino de León a Fernando III.
Fernando III
Tumbo A de la Catedral de Santiago


       A su muerte, Alfonso IX había legado su reino a sus hijas Sancha y Dulce, fruto de su matrimonio con Teresa Sánchez de Portugal. Sin embargo, Fernando III y su madre Berenguela, consiguieron la renuncia al trono de ambas, a favor de Fernando, a cambio de una aportación económica anual.

    Fernando III se casó dos veces: su primera esposa fue Doña Beatriz de Suabia, nieta del emperador alemán Federico I Barbarroja, y la segunda, Juana de Ponthieu. De ambas tuvo descendencia.

    Fernando III, unidos y pacificados los dos reinos, vuelve a poner en marcha la maquinaria bélica para continuar la reconquista. Sus campañas van a resultar victoriosas, y va a reducir la presencia musulmana en España, de manera notable. En 1236 conquistará Córdoba, símbolo árabe, al haber sido la antigua capital del califato. En 1243 conquista Murcia, Jaén en 1245 y Sevilla en 1248. Tras estas conquistas buscará consolidar su territorio, fomentando el asentamiento de población y tratando de controlar futuras invasiones o ayudas desde el norte de África. Tras este proceso, sólo queda el reino de Granada en poder musulmán, y está obligado a rendir vasallaje y a pagar tributo.

    Su reinado se caracterizó también por una importante labor cultural y su fuerte piedad y religiosidad, que le valió, junto con su labor reconquistadora, el apodo de El Santo, siendo canonizado en 1671 por Clemente X. Así, bajo su reinado se tradujo al castellano el “Liber Iudiciorum” o “Fuero Juzgo”, y se construyeron las catedrales de Burgos, Toledo y León.

    Con Fernando III se pone en marcha la marina de guerra castellana, que se utilizó para asediar Sevilla.

    Morirá el 30 de Mayo de 1252, cuando preparaba la expedición a África, a fin de asegurar algunos asentamientos en el norte africano. Le sucedió en el trono su hijo Alfonso X el Sabio.